En esta era en la que el mundo digital nos rodea y nos expande hasta llegar a personas y lugares distantes y desconocidos, la posibilidad de obtener información fácilmente resulta realmente asombrante. Nadie nos diría, no hace décadas, tan sólo unos años, qué sencillo sería escuchar una canción, visualizar un vídeo de alguien a miles de kilómetros o visitar virtualmente un museo o una ciudad.

Esto es maravilloso, sencillamente increíble. Pero como con todo, algo tan poderoso y útil también conlleva riesgos y malos usos de esta herramienta. Internet tiene todo lo que busques, TODO. Al fin y al cabo, son las personas quienes lo construyen.

A menudo encontramos textos, imágenes y contenidos tomados sin consentimiento de las propias manos de sus autores, sin que ellos mismos se enteren. Las razones son siempre «Está en internet», «Desconocía su origen», «No sabía que hacía mal»… Y si no hay mala fe, existen las correcciones y la buena disposición. Pero también hay veces que la persona «hurtadora» se siente ofendida por el toque atención.

¿Cómo valorar la expresión del alma de una persona? ¿De su práctica, su arte, su dedicación, de su tiempo?

En mi caso, Blowearts en sí es un proyecto íntimo, especial, rodeado de intensos sentimientos. Con eso, ya es difícil la valoración. Por otro lado, cada viñeta que véis conlleva entre dos o tres horas de elaboración y esmero a lo que hay que sumar el no desdeñable tiempo de esperar a que «aparezcan las musas». La valoración se hace más compleja, ¿verdad?. Si a esto le sumamos realizar este proyecto a deshoras y a veces verdaderamente cansado del agotador día… No os digo más. Por eso cada viñeta de Blowearts está incluida en un registro de propiedad intelectual, sin excepción. Por eso la marca, ese círculo negro en el que podéis ver a Lico, está registrada en la Oficina de Patentes y Marcas. Por esto realizo esta tarea extra con su consiguiente pago económico: para siempre poder reclamar un trabajo propio.

En el tiempo que lleva Blowearts de vida, han aparecido viñetas con la firma eliminada, retocadas, con textos cambiados e incluso se ha dado el caso del uso indebido de alguna viñeta saltando al «formato físico» de unas vallas.

Para proteger mínimamente nuestros derechos, existen cosas como el Derecho de Imagen, la Propiedad Intelectual o el Registro de Marcas y Patentes. Vías para indicar que algo es nuestro (siempre con un pago previo) y así llegado el momento poder reclamar nuestro derecho a la retirada de nuestra posesión (aunque sea digital) y/o de una compensación por su uso. Pero ¿es esto realmente necesario? ¿No sería más lógico que en nosotros quedara esa certeza de la propiedad de las obras y que fuéramos nosotros mismos los que usáramos debidamente los contenidos?

  Proteged convenientemente vuestros trabajos, respetad los de otros y a la hora de divulgarlos, citad siempre las fuentes utilizadas. Que el trabajo, la dedicación y la ilusión de cada proyecto sean correctamente atribuídos.