Sí, somos diferentes, menos mal. Diferentes físicamente, pero también en nuestros valores, en nuestras opiniones, en nuestras creencias religiosas, en nuestras tendencias políticas, en nuestros sentimientos… Somos diferentes por completo y a fin de cuentas, todos iguales, todos humanos y todos vulnerables.

¿Qué pasaría si un perro occidental se encontrara con uno de Oriente Medio? ¿Se entenderían bien? ¿Verían claramente sus diferencias? Yo creo que no. Está claro que las mayores diferencias son las que establecemos nosotros mismos, los seres humanos. Y llenamos nuestras vidas de cultura, de educación, de expectativas, sueños, metas y creencias y con ello, sembramos las diferencias.

Estos días han sucedido cosas (todas las semanas suceden muchas, hasta las silenciosas) que nos marcan las diferencias, que nos enfrentan. Permitidme que me quede con dos de ellas: el atentado terrorista cometido en Manchester y la muerte de un anciano de 81 años a manos de un conductor novel. Dos ejemplos muy dispares, muy diferentes (como nosotros), pero que ambos producen tristeza, impotencia, decepción al que escribe esta entrada.

Está claro que los orígenes de ambos sucesos son diferentes. Que las cosas son más complicadas de analizar y estoy seguro de que muchos expertos se escandalizarían con esta «mezcla de churras y merinas». Pero ambas me parece que tienen los mismos orígenes: la imposición del más fuerte mediante la fuerza, la intolerancia a la diferencia, el rencor hacia los demás. Empeñarse en que lo bueno, es lo que tú defiendes. Y que cualquier otra «versión», es merecedora de una fuerte imposición.

¿Es necesario que nos fijemos en las diferencias? ¿Es necesario que queramos imponer nuestros criterios? ¿Nuestras creencias? ¿Nuestro estilo de vida (oriental u occidental)? Desde que salimos por la mañana nos creemos poseedores de la única verdad, nos vemos cargados de razón. Aquel conductor es un inútil, aquel otro es demasiado «listillo»… votas a ese partido político porque no estás bien informado, si mis políticos roban es porque antes robaron los tuyos… Menudos gustos televisivos tiene ésa, yo sí que veo cine «con criterio»… Juzgar, juzgar y más juzgar. Y llegado el caso y siendo posible, imponer.

Recuerdo esas dos premisas que hace años me dijeron y que se nos olvidan constantemente: «Vive y deja vivir» y «La libertad de un individuo termina donde comienza la de otro individuo». Habría que recordarlas más a menudo. Todo sería mucho más sencillo y menos violento.

Mientras tanto y pese a que son de diferente pais, cultura y raza, esos dos perros se siguen olisqueando el trasero y puede que hasta en algún momento, se persigan jugando rodeando un árbol.